Anónima pionera de la ciudad
Abuelita ¿por qué me abandonaste aquí?
-Era niñita en 1905 cuando mis abuelitos me trajeron desde Traiguén a Temuco. Tenía las posibilidades de conocer otros ámbitos, otras personas, en la ciudad más grande de la época, donde había cinematógrafos, muchas personas tenían fonógrafos en los que tocaban los bailes de moda, la mazurca y la cuadrilla y donde había calles empedradas.
-Era el Temuco de comienzos de siglo. Y no era una ciudad abandonada. Había una vigorosa pujanza. Incluyendo la Caja Nacional de Ahorros funcionaban cuatro bancos. Allí, en ese tiempo, mis abuelos me llevaron al barrio Coilaco, que por su ubicación era el barrio temido, el barrio bravo. Antes de cruzar alguna de sus calles, las damas se persignaban y ninguna dama se aventuraba a entrar a él sola.
-Yo, chica, con vestidos gruesos hasta la mitad de la pierna, chapes frondosos para mi pelo rubio fui matriculada en la Escuela Elemental N° 6, que quedaba en Carrera, entre Lautaro y Miraflores. Tenía miedo entrar a la Escuela ¿Con que cosas me encontraría allí, si no conocía a nadie? Y mis abuelos se iban a quedar en la puerta, sin entrar conmigo. Al cruzar la puerta iba a quedar desamparada total, nadie a mi lado a quien pedirle amparo, sola en un mundo desconocido por el capricho de mis abuelos que querían que fuera una persona culta, que aprendiera a sumar, restar, dividir, multiplicar, leer y escribir. Aterradores enigmas me ponían mis abuelos tan tempranamente. Ir a la escuela con un cuaderno, un lápiz y una fruta para la profesora. Y sin saber que hacer con estos instrumentos con que mis abuelos me dejaron en la puerta de la escuela y en un mundo horrorosamente desconocido: la escuela. ¿Por qué, abuelito me abandonas aquí, si no se que me va a hacer la profesora a la que no conozco? Abuelita, tú que me acunaste, ¿Por qué me dejas en esta ciudad desconocida con personas desconocidas y no me estás mirando?
Esa fue mi llegada a Temuco. Desde Traiguén a los niños nos llegaban comentarios acerca de la ciudad grande, que tenía las calles empedradas y donde todos usaban sombreros de fieltro y las señoras olían a limpio con sus vestidos bien planchaditos. Donde había fonógrafos y un biógrafo para ver películas y todas las personas con dinero entraban y salían de los bancos apresuradamente. Y donde era un signo de estar situados en la épica el bailar bien la mazurca, la cuadrilla, hechos que no llegaban al Traiguén de mi más temprana infancia.
-¿Abuelita, por qué me dejaste aquí, en esta Escuela Elemental N° 6 de Temuco?, dice ahora Margarita Schraub Ubilla, nacida en 1898 y una de las pioneras de la ciudad.
Abuelita ¿por qué me abandonaste aquí?
-Era niñita en 1905 cuando mis abuelitos me trajeron desde Traiguén a Temuco. Tenía las posibilidades de conocer otros ámbitos, otras personas, en la ciudad más grande de la época, donde había cinematógrafos, muchas personas tenían fonógrafos en los que tocaban los bailes de moda, la mazurca y la cuadrilla y donde había calles empedradas.
-Era el Temuco de comienzos de siglo. Y no era una ciudad abandonada. Había una vigorosa pujanza. Incluyendo la Caja Nacional de Ahorros funcionaban cuatro bancos. Allí, en ese tiempo, mis abuelos me llevaron al barrio Coilaco, que por su ubicación era el barrio temido, el barrio bravo. Antes de cruzar alguna de sus calles, las damas se persignaban y ninguna dama se aventuraba a entrar a él sola.
-Yo, chica, con vestidos gruesos hasta la mitad de la pierna, chapes frondosos para mi pelo rubio fui matriculada en la Escuela Elemental N° 6, que quedaba en Carrera, entre Lautaro y Miraflores. Tenía miedo entrar a la Escuela ¿Con que cosas me encontraría allí, si no conocía a nadie? Y mis abuelos se iban a quedar en la puerta, sin entrar conmigo. Al cruzar la puerta iba a quedar desamparada total, nadie a mi lado a quien pedirle amparo, sola en un mundo desconocido por el capricho de mis abuelos que querían que fuera una persona culta, que aprendiera a sumar, restar, dividir, multiplicar, leer y escribir. Aterradores enigmas me ponían mis abuelos tan tempranamente. Ir a la escuela con un cuaderno, un lápiz y una fruta para la profesora. Y sin saber que hacer con estos instrumentos con que mis abuelos me dejaron en la puerta de la escuela y en un mundo horrorosamente desconocido: la escuela. ¿Por qué, abuelito me abandonas aquí, si no se que me va a hacer la profesora a la que no conozco? Abuelita, tú que me acunaste, ¿Por qué me dejas en esta ciudad desconocida con personas desconocidas y no me estás mirando?
Esa fue mi llegada a Temuco. Desde Traiguén a los niños nos llegaban comentarios acerca de la ciudad grande, que tenía las calles empedradas y donde todos usaban sombreros de fieltro y las señoras olían a limpio con sus vestidos bien planchaditos. Donde había fonógrafos y un biógrafo para ver películas y todas las personas con dinero entraban y salían de los bancos apresuradamente. Y donde era un signo de estar situados en la épica el bailar bien la mazurca, la cuadrilla, hechos que no llegaban al Traiguén de mi más temprana infancia.
-¿Abuelita, por qué me dejaste aquí, en esta Escuela Elemental N° 6 de Temuco?, dice ahora Margarita Schraub Ubilla, nacida en 1898 y una de las pioneras de la ciudad.
Nota:
foto 1: Margarita Schraub, Elizabeth Feldbausch.foto y artículo enviados por Any Peña, de Temuco.
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